PROYECTO ESTADIO 1975 (fallido)
Publicado: Sab, 25 Jul 2020, 21:11
En 1970 ya se decía que el Estadio Santiago Bernabéu (1947) se había quedado anticuado.
Absorbido por un desaforado crecimiento urbano, su valor sin embargo se había multiplicado, como el del metro cuadrado en el Paseo de la Castellana. Así, un grupo inversor ofreció al Real Madrid 4.000 millones de pesetas por los terrenos del viejo estadio para construir un rascacielos de 70 pisos, oportunamente llamado La Torre Blanca, y dos grandes edificios de apartamentos. Corría 1972.
La mudanza estaba planeada: no a la Ciudad Deportiva, como a veces se alude, sino a un lugar entre las carreteras de Burgos y Colmenar. Casual y curiosamente, el paraje elegido era la finca Las Jarillas, el lugar donde se instaló en 1948 un colegio para que el entonces infante Juan Carlos de Borbón se educase en España.
El recinto proyectado por el arquitecto Félix Candela: 120.000 espectadores, 60.000 de pie y 60.000 sentados, con ocho tribunas independientes y una cubierta a la manera del Olímpico de Múnich
Sólo había un problema: que la finca y Chamartín eran respectivamente zona verde y zona deportiva y, por tanto, eran precisas dos recalificaciones. Tampoco parecía gran obstáculo, porque las ciudades de la época vivían un crecimiento desaforado y del Real Madrid se comentaba que tenía mano. No en vano era premiado una y otra vez por instancias oficiales y el régimen que aún dirigía España lo había considerado "su mejor embajador", por boca de Castiella, ministro de Asuntos Exteriores. Pero desde el primer momento el muy franquista alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, fue contrario a la operación y recalcó que estaba "tan prohibida como lo está el asesinato".
El club siguió adelante con el proyecto pero, así las cosas, el 20 de junio de 1973 apareció en el diario 'Abc' un artículo de una página firmado por Luis Pascual de Estevill titulado "¿Para quién los 3.000 millones?", aludiendo a las plusvalías generadas por la operación e ironizando sobre el hecho de que el club la hubiera dado ya por hecha. Imprudentemente y sin tener los permisos, todo, maquetas incluidas, fue presentado en la Junta de socios del 9 de septiembre de 1973. Causó revuelo y el nuevo alcalde de Madrid, García Lomas, señaló que no tenía constancia oficial alguna de estos proyectos, y que debía "cumplir la ley".
Como los permisos no salían se tomó una medida desesperada y, por lo mismo, sin vuelta atrás: las maquetas se cargaron en un camión y, según relató Raimundo Saporta, se fueron a El Pardo a mostrarle el proyecto al Generalísimo. Según su costumbre, Franco las estudió y escuchó las explicaciones sin dar opinión alguna. Pero no se implicó y la recalificación, al final, no llegó.
El rebote de don Santiago fue tremendo. A sus 78 años y ya de vuelta de todo, proclamó la corrupción del régimen, aludiendo a que entre quienes le habían acusado estaban muchos grandes especuladores y que "de haber hoy guerra de nuevo, volvería mi mosquetón contra estos".
El Bernabéu se quedó donde hoy sigue. Y, aunque el Barcelona se reforzó, el Real Madrid no se debilitó demasiado.
Absorbido por un desaforado crecimiento urbano, su valor sin embargo se había multiplicado, como el del metro cuadrado en el Paseo de la Castellana. Así, un grupo inversor ofreció al Real Madrid 4.000 millones de pesetas por los terrenos del viejo estadio para construir un rascacielos de 70 pisos, oportunamente llamado La Torre Blanca, y dos grandes edificios de apartamentos. Corría 1972.
La mudanza estaba planeada: no a la Ciudad Deportiva, como a veces se alude, sino a un lugar entre las carreteras de Burgos y Colmenar. Casual y curiosamente, el paraje elegido era la finca Las Jarillas, el lugar donde se instaló en 1948 un colegio para que el entonces infante Juan Carlos de Borbón se educase en España.
El recinto proyectado por el arquitecto Félix Candela: 120.000 espectadores, 60.000 de pie y 60.000 sentados, con ocho tribunas independientes y una cubierta a la manera del Olímpico de Múnich
Sólo había un problema: que la finca y Chamartín eran respectivamente zona verde y zona deportiva y, por tanto, eran precisas dos recalificaciones. Tampoco parecía gran obstáculo, porque las ciudades de la época vivían un crecimiento desaforado y del Real Madrid se comentaba que tenía mano. No en vano era premiado una y otra vez por instancias oficiales y el régimen que aún dirigía España lo había considerado "su mejor embajador", por boca de Castiella, ministro de Asuntos Exteriores. Pero desde el primer momento el muy franquista alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro, fue contrario a la operación y recalcó que estaba "tan prohibida como lo está el asesinato".
El club siguió adelante con el proyecto pero, así las cosas, el 20 de junio de 1973 apareció en el diario 'Abc' un artículo de una página firmado por Luis Pascual de Estevill titulado "¿Para quién los 3.000 millones?", aludiendo a las plusvalías generadas por la operación e ironizando sobre el hecho de que el club la hubiera dado ya por hecha. Imprudentemente y sin tener los permisos, todo, maquetas incluidas, fue presentado en la Junta de socios del 9 de septiembre de 1973. Causó revuelo y el nuevo alcalde de Madrid, García Lomas, señaló que no tenía constancia oficial alguna de estos proyectos, y que debía "cumplir la ley".
Como los permisos no salían se tomó una medida desesperada y, por lo mismo, sin vuelta atrás: las maquetas se cargaron en un camión y, según relató Raimundo Saporta, se fueron a El Pardo a mostrarle el proyecto al Generalísimo. Según su costumbre, Franco las estudió y escuchó las explicaciones sin dar opinión alguna. Pero no se implicó y la recalificación, al final, no llegó.
El rebote de don Santiago fue tremendo. A sus 78 años y ya de vuelta de todo, proclamó la corrupción del régimen, aludiendo a que entre quienes le habían acusado estaban muchos grandes especuladores y que "de haber hoy guerra de nuevo, volvería mi mosquetón contra estos".
El Bernabéu se quedó donde hoy sigue. Y, aunque el Barcelona se reforzó, el Real Madrid no se debilitó demasiado.